Además de los adultos, los más pequeños también sufren problemas ligados al sueño, es la causa del 25-30% de visitas al pediatra. El sueño en edades tempranas es esencial para que crezcan, vivan sanos y se mantengan despiertos durante el resto del día.
Los recién nacidos deben aprender a sincronizar el reloj biológico y a controlar el sueño y la vigilia. Esta sincronización sucede a partir del tercer mes, ya que la melatonina (hormona que facilita el sueño) es segregada cuando hay oscuridad, mientras que ésta es inhibida cuando hay luz exterior, al sincronizarse las dos informaciones por las neuronas se empieza a cumplir la relación vital entre vigilia-sueño y el ciclo día-noche.
Cualquier profesional en la materia, estima y recomienda unas horas mínimas de sueño según la edad, aunque cuanta más edad se tiene menos son las horas necesarias. Un recién nacido duerme entre 14 y 16 horas divididas en periodos medios de sueño, por ello las noches no suelen ser completas, se alterna con la vigilia, hasta que en los dos primeros años se regula y estabiliza el sueño. Entre los 2 y 4 años las horas de noche disminuyen hasta las 10 horas (aunque incluyen siestas), pero a partir de los 7 años se llega al periodo de madurez, sin siestas, y a medida que entra en la adolescencia sitúa las horas de sueño entre 7 y 9 por regla general.
Pero, ¿cómo identificamos un problema de sueño infantil? No existe una regla obligatoria que al no cumplirse se establezca como problema de sueño, pero si existe el problema a la hora de conciliar el sueño o mantenerlo durante la noche derivando en estar cansado durante el día, puede que su hijo sufra un problema. El organismo debe estar fisiológicamente preparado para el sueño, además todo lo que se realiza antes de dormir acaba convirtiéndose en métodos facilitadores del sueño, que cuando no se producen alteran el sueño (por ejemplo leer un cuento, dejar una pequeña luz…). Otra de las causas puede ser el estrés, debido a que los niños sientan amenazada su seguridad (marcada por una rutina), a que tengan que acostarse cuando están pasándolo bien, o incluso sus horarios se vean alterados por los horarios irregulares de los padres.
Un dato importante si su hijo padece TDAH, es que el 16,5% sufren dificultades de conciliación de sueño, y el 39% despertares nocturnos, se debe a que el trastorno de hiperactividad y los trastornos del sueño se retroalimentan mutuamente.
Tal vez una de las mejores y efectivas alternativas, para combatir estos serios problemas que pueden afectar al desarrollo de los más pequeños, sean los métodos de Neurofeedback, Biofeedback y PlayAttention de Nascia. Puedes venir a conocernos, la primera consulta es gratuita.