Según un informe elaborado por Nascia el síndrome de desgaste profesional o burnout afecta a tres de cada diez trabajadores.
Ese estrés crónico ante distintos factores estresantes tanto a nivel emocional como asociados al trabajo produce fatiga crónica, falta de atención, falta de motivación y baja autoestima, entre otras situaciones.
Entre las causas que provocan este síndrome de desgaste profesional o burnout se encuentran los horarios excesivos, estar en constante contacto con personas, un pésimo clima laboral y, además, la remuneración no es proporcional con las horas de trabajo.
El exceso de responsabilidad o determinadas tareas que superan las capacidades del individuo para resolverlas son también otros factores de riesgo.
Las empresas, conscientes de que las bajas laborales por el síndrome de desgaste profesional se han incrementado notablemente en los últimos años, ya trabajan en programas orientados a evitar los efectos del burnout.
¿Qué síntomas presenta este síndrome?
Afecta no sólo de forma psicosomática sino a nivel de conductas y emociones.
A nivel psicosomático, los síntomas más habituales son las cefaleas, molestias gastrointestinales, insomnio, tensión muscular o dificultad para respirar correctamente.
Emocionalmente las personas con burnout tienen distanciamiento afectivo, ansiedad y disminuyen su rendimiento en el trabajo.
Los síntomas asociados a la conducta tienen que ver con las relaciones personales y el absentismo laboral.
De forma general, la persona se siente poco motivada con sensación de fatiga desde que se levanta y pierde la capacidad de disfrutar ya que siente el estrés hasta en los momentos en los que tiene para el ocio. Todo ello desemboca en una enorme insatisfacción y, en algunos casos, termina en depresión.
Consejos para superarlo
Para evitar que el estrés laboral crónico desemboque en un caso de burnout, Nascia aconseja actuar en distintos escenarios:
– Por un lado, utilizar la palabra ‘no’ cuando existan situaciones de saturación de tareas que deben realizarse en corto espacio de tiempo.
– Pedir ayuda cuando el volumen de trabajo o la responsabilidad superen las capacidades de la persona.
– Intentar mantener unas buenas rutinas de descanso y unos horarios que faciliten el reposo.
– Mantener la mente despejada cuando se abandone el puesto de trabajo, realizando actividades físicas para mantener cuerpo y mente sano.
– En caso de detectar un estrés laboral, utilizar terapias de biofeedback orientadas a recuperar el control de las variables fisiológicas que entran en juego en los ataques de ansiedad como son la respiración o el ritmo cardíaco, entre otros.
– Finalmente, fijar unos objetivos reales y controlar el nivel de autoexigencia para que las tareas propuestas en el entorno laboral puedan ser ejecutadas en tiempo y forma sin crear una necesidad y angustia adicional.