La lectura es considerada una complicada actividad, un sistema funcional complejo, que conlleva variadas habilidades cognitivas y neuropsicológicas.
La lectura puede realizarse mediante dos vías independientes: vía directa o léxica e indirecta o fonológica. En la vía directa o vía léxica, el lector debe relacionar la escritura de la palabra con su significado directamente, reconociendo la palabra como un todo.
De esta forma, se produce una lectura global de las palabras familiares que reconocemos rápidamente por su forma, es decir, por sus características visuales. Por otro lado, mediante la vía indirecta o vía fonológica, el lector debe ir leyendo letra por letra, relacionando la escritura de cada una de las letras con su sonido y éste después con su significado. Esta vía da lugar a la llamada lectura fonética y es utilizada para palabras no familiares o palabras inventadas, apoyándose en aspectos auditivos y en un procesamiento secuencial letra a letra (Rosselli, Matute y Ardila, 2006).
La lectura exige, además, una serie de habilidades de tipo cognitivo como son lenguaje, abstracción, atención y memoria. En cuanto a la atención, es imprescindible para lograr una adecuada decodificación de los estímulos y comprensión del discurso. En un niño que se inicia en la lectura, la atención se depositaría en la decodificación y le sería improbable decodificar y comprender al mismo tiempo, en cambio, en un lector eficiente la atención puede dirigirse, a la vez, a la decodificación del texto y a su comprensión (Rosselli, Matute y Ardila, 2006).
Autores como Preilowski y Matute (2011), complementan el estudio anterior con la idea de relacionar la eficiencia en la lectura con las habilidades fonológicas y la conciencia fonológica en particular.
A continuación se describen varios estudios en los cuales se evalúa la actividad eléctrica cerebral en niños con problemas lectores, en concreto con niños que sufren dislexia.
Klimesch et al. (2001) encontraron en niños con dislexia actividad beta-1 durante una tarea de lectura en áreas relacionadas con el área de Broca (FC 5; la producción del habla, la articulación) y el giro angular (CP5, P3; la Comprensión semántica y matemática).
Por su parte, Arns et al. (2007) encontraron que los niños con dislexia exhiben una mayor actividad lenta EEG (delta y theta) en las regiones frontal y temporal derecho del cerebro, el aumento de la beta-1 en F7 y el aumento de la coherencia EEG en las regiones frontales, centrales y temporales. La coherencia para las bandas de frecuencia más bajas (delta y theta) se incrementó y la coherencia para las frecuencias más altas (alfa y beta) simétricamente mostró una distribución temporocentral derecha específico.
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