Para conocer más esta relación entre la memoria y el estrés, tenemos que comentar un par de cosas sobre el cerebro. Para que un cerebro funcione correctamente depende mucho que esté libre de estrés. Cuando no existen preocupaciones, la concentración es mayor y se utiliza de una forma más efectiva la memoria.
Los efectos del estrés en la memoria son muy negativos, especialmente con el tipo de memoria que tiene como función ubicar y relacionar los objetos en el espacio. Es la conocida memoria espacial. El hecho de olvidarnos las llaves del coche o no recordar dónde hemos colocado algún objeto a pesar de que era algo que teníamos en mente a corto plazo son algunos de los efectos del estrés. No somos capaces en esos momentos de relacionar el objeto con el espacio que ocupa.
Ambas cosas, como hemos podido comprobar, están estrechamente ligados. Un estrés permanente relacionado con el trabajo o por un problema personal directamente reduce la capacidad de la memoria. Pero un estrés agudo, reactivo ante un hecho puntual mejora el proceso de aprendizaje del cerebro y la memoria porque se almacena en la zona del cerebro destinada a la ‘supervivencia’.
La alteración en la memoria producida por el estrés obedece a la hormona de la que ya hemos hablado en anteriores ocasiones, el cortisol conocida también como la ‘hormona del estrés’. De hecho el cortisol modifica la estructura del cerebro, así que como se puede comprobar los efectos de la tensión son reales en nuestra memoria.
El estrés crónico incrementa el nivel de cortisol y disminuye la zona cerebral encargada de la memoria de hechos recientes. También el estrés contribuye a la producción de sustancia blanca que disminuye la cantidad de neuronas de forma proporcional.
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