¿Estresad@? Tu hijo@ lo siente tanto como tú

ESTRESAD@? TU HIJ@ LO SIENTE TANTO COMO TÚ

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El estrés resulta altamente contagioso, hasta el punto que puede debilitar el desarrollo del cerebro de un niño o su sistema inmunitario, aumentando el riesgo de alergias, obesidad o trastornos mentales.

Este proceso se inicia ya en el útero, donde el estrés y la depresión de la madre durante el embarazo provocan la liberación de neurohormonas en la sangre, lo que altera la manera que tendrá el niño de reaccionar emocionalmente ante el estrés. Estos cambios hacen que el niño esté más predispuesto a manifestar estados de ansiedad, que llore o eluda los problemas, lo que le hará menos social, retraído y traerá como consecuencia que pueda ser objeto de acoso escolar. Entonces, comenzará un ciclo de estrés crónico, lo que derivará en el desarrollo de trastornos mentales en la 3ª edad.

Numerosos estudios, comenzados en su día por Michael Meaney en la McGill University y sus experimentos con ratas, han demostrado la existencia de un vínculo entre el estrés de los padres y la repercusión del mismo en el ADN de las crías, estableciendo una relación entre nuestras experiencias (entorno, educación, etc.) y el ADN (naturaleza, genética).

Se descubrió asimismo que el cuidado parental (en este caso las ratas madre cuidando de sus crías) activa un gen que crea receptores para las hormonas del estrés en el cerebro, que reducen las hormonas del estrés en el cuerpo. Este cuidado hace que las crías estén más equilibradas, a diferencia de aquellas que son abandonadas, en las cuales se generan nervios y estrés.

Este proceso ocurre de igual forma en los seres humanos. La falta de cuidado y el estrés materno hacen que los receptores de hormonas del estrés en el cerebro se desactiven o funcionen muy lentamente, generando en esas personas estados de estrés, ansiedad y depresión, además de una mayor predisposición a sufrir otro tipo de trastornos mentales.

Las investigaciones han relacionado los trastornos emocionales de la madre con el déficit de aprendizaje y problemas en el lenguaje de los niños, así como se relacionan los problemas en el matrimonio con la inseguridad emocional en el niño y la incapacidad de establecer relaciones duraderas ya de adulto.

Los padres también juegan un papel importante: curiosamente, quienes han estado estresados durante la infancia de sus hijos no han repercutido negativamente en ellos, tal vez porque los padres se involucran más con sus hijos cuando han crecido.

Otro descubrimiento interesante: aunque el estrés de las madres afecta a hijos e hijas por igual, el estrés paterno influye más en las hijas que en los hijos, lo que explica que aquellas niñas que han carecido de la figura del padre, entran antes en la pubertad y tienen mayores problemas en sus relaciones.

Por lo tanto, deja de sentirte estresado acerca de si eres buen padre/madre…¡desestrésate! Relájate, ríete más y haz las cosas que te gustan, verás que tu estado de ánimo y de felicidad afectará a la manera en la que tus hijos afrontarán las dificultades en su vida.