Estrés por autoexigencia: cuando nos pedimos demasiado

El estrés por autoexigencia es algo que se produce cuando somos demasiado duros con nosotros mismo, con nuestras metas y con nuestros objetivos. Se puede convertir en un generador de angustia en ocasiones innecesario puesto que nos crea la sensación de insatisfacción permanente.

Aunque no siempre, la autoexigencia suele asociarse a una característica de la personalidad. Al ser una fuente de poder importante que nos dice que no podemos equivocarnos, exigirnos demasiado nos va a llevar a un estrés que puede añadirse al que nos provocan las exigencias de los demás.

Mensajes del estrés por autoexigencia

Algunos de los mensajes que inconscientemente nos transmitimos tienen que ver con las siguientes situaciones:

  • Sé perfecto, y es que el perfeccionista es una figura que sirve para mejorar nuestros resultados pero el problema es cuando nos transmitimos el mensaje de sé el mejor, no hay lugar para la equivocación y sé siempre el primero. Está claro que aunque parte de este mensaje puede resultar motivador la realidad es que no siempre seremos los mejores, siempre nos equivocaremos en algún momento y no siempre seremos los primeros.
  • Sé fuerte. Y es que la fortaleza porque sí reprime emociones que luego pueden explotar cuando menos lo esperamos. ‘Aguanta, no seas sentimental, tú puedes solo o no necesitas a nadie’ son algunas de las frases que los autoexigentes se repiten y que no sirven nada más que para crear una coraza y un espacio con los demás. La falta de sociabilidad y no compartir emociones puede suponer una tremenda angustia que desemboque en estrés.
  • Sé rápido, sé eficiente. Tratar de hacer todo rápido y de hacerlo el primero es una carga importante de estrés en relación al tiempo de ejecución de tareas. Si le sumamos el primer mensaje del que hemos hablado, el estrés está servido. Hacer las cosas bien en general es mejor que hacerlas primero.
  • Finalmente, sé bueno. El estrés por autoexigencia quiere con este mensaje que seamos altruistas dejando de lado nuestras necesidades auténticas. Preocupándonos más por las de los demás. El equilibrio entre las nuestras y las de los otros es esencial para la vida y para ahuyentar al estrés.