Ser mamá o papá no es una tarea para nada fácil y si somos primeriz@s, la tarea es mucho más complicada, pero si a eso le añadimos el vivir a más de 5.000 kilómetros de tu familia y a casi día y medio de avión, como fue mi caso, todavía hace que la situación sea mucho más difícil e intimidante y que la experiencia sea más abrumadora.
El convertirse en padres implica muchísimos cambios y mucho esfuerzo por nuestra parte para adaptarnos a esa etapa tan maravillosa pero totalmente inexplorada de nuestras vidas.
El embarcarse hacia lo desconocido conlleva toparse con muchos desafíos y la incertidumbre de sí estamos haciendo lo correcto asalta y juega malas pasadas con nuestra mente. Y es ahí cuando, el agotamiento físico y el estrés comienza a desarrollar un papel bastante importante en esta aventura de la maternidad/paternidad dándole ese sabor agridulce.
Es más, toda esta nueva responsabilidad no viene sola, por desgracia, en la mayoría de los casos viene acompañada de alteraciones del sueño, dificultades financieras, disminución de la actividad sexual y por tanto de una reducción del tiempo que la pareja se dedica a ellos, lo que hace incrementar el nivel de estrés y ansiedad.
En mi caso, me sentía como una malabarista de circo que tenía que mantener demasiados malabares en el aire y a la cuál a veces, aceleraban la música. Esto me causaba una gran sensación de angustia y ansiedad. El temor de poder tirar alguno de esos malabares y de no poder alcanzar esas altas expectativas, que yo misma me había creado, me impedía que pudiera disfrutar de esos momentos que tanto había deseado.
El estrés es una reacción natural a todas esas presiones físicas, emocionales y ambientales. Toda la familia se perjudica cuando el estrés llega a unos limites fuera de control, especialmente en los niños pequeños, lo cuales, según crecen, aprenden de los adultos cómo manejar su propio estrés.
Para prevenir esas conductas en nuestros hijos:
- Reconozcamos las señales y síntomas de nuestro estrés.
- Aprendamos a aplicar soluciones sanas que nos permitan evitar sus efectos dañinos.
- Mantengamos las líneas de comunicación abiertas con nuestras parejas
- No nos carguemos de expectativas de perfección.
- Permitamos que nuestros amigos y familiares nos ayuden.
- Trabajemos en nuestra respiración unos minutos al día.
- Aprendamos técnicas para disminuir la tensión muscular.
- Salgamos a dar paseo para despejarnos un poco.
- Escuchemos nuestra música favorita.
- Disfrutemos del maravilloso malabarismo de la maternidad.
Estaremos encantados de ayudarte a controlar tu estrés y tu ansiedad. Pide tu primera cita gratuita y sin compromiso.