Serrano (2004), apunta a la creatividad como un concepto que alude a uno de los procesos cognitivos más sofisticados del ser humano, influida por una amplia gama de experiencias evolutivas, sociales y educativas. La creatividad no puede ser abordada como un rasgo simple de los seres humanos, aspectos como: la mente, la afectividad, procesos cognitivos, personalidad y motivación juegan un papel singular en este proceso.
Son diversas las aportaciones y definiciones de la creatividad, de las cuales se menciona la definición de Torrance (1976): “Creatividad es el proceso de ser sensible a los problemas, a las deficiencias, a las lagunas del conocimiento, a los elementos pasados por alto, a las faltas de armonía, etc; de resumir una información válida; de definir las dificultades e identificar el elemento no válido; de buscar soluciones; de hacer suposiciones o formular hipótesis sobre las deficiencias; de examinar y comprobar dichas hipótesis y modificarlas si es preciso, perfeccionándolas y finalmente comunicar los resultados”
Revisando los antecedentes más remotos de los principales teóricos que investigaron este concepto, fue Wallas (1926), quien abordó la creatividad aplicada a las actividades comerciales y estableció cuatro fases del proceso cognitivo: preparación, incubación, iluminación y verificación.
Otro pionero considerado como uno de los principales exponentes de la creatividad es Guilford (1983). Este teórico la denomina “pensamiento divergente” en contraposición del “pensamiento convergente” considerándola como una forma distinta de inteligencia.
Briceño (2003), indica como la creatividad desde hace dos décadas se utiliza como un recurso para apoyar a niños con requerimiento de educación especial, como alumnos superdotados o alumnos con déficit de atención.
En el estudio de Woodrum & Savage (1994), se observa que los niños con problemas de aprendizaje obtienen puntuaciones bajas en creatividad verbal en comparación con niños con capacidades extraordinarias, ya que este tipo de creatividad requiere de respuestas escritas, tarea que “castiga” a los niños con problemas de aprendizaje sin importar su nivel cognitivo. Según estos autores, esta situación se relaciona con la enseñanza de contenidos.
La relación entre creatividad y el proceso de enseñanza-aprendizaje es evidente, dado que ambos se nutren de un mismo proceso psicológico básico: la percepción. Tomando como base las fases de acopio de datos e incubación de Rodríguez (1995), como indispensables en la obtención de información y asimilación de material recabado, se infiere una relación negativa en ambos casos en niños sobredotados, niños con problemas de aprendizaje y alumnos con déficit de atención. (Briceño, 2003).
De acuerdo con estos planteamientos, la relación hipotética entre la creatividad y la necesidad de educación especial, está basada en la estrecha relación que tienen los procesos de creatividad, de enseñanza-aprendizaje y el proceso de atención; por lo que se plantea que la afectación de uno de ellos repercutirá en los otros, en este sentido, el fomento de la capacidad creadora en niños con tal problemática posibilitaría la superación de una condición que genera un desajuste en el aula. (Briceño, 2003).
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