Relación entre consumo de sustancias y estrés

sustancias y estres

Muchos estudios manifiestan la realidad entre el consumo de sustancias (legales e ilegales) y la relación de estas con respecto a la salud física y mental de las personas.

Debemos recordar que no hace falta hablar de drogas “duras” cuando mencionamos adicción, ya que el tabaco o el alcohol, son claros ejemplos que encontramos en el día a día y que están muy relacionados con los trastornos de ansiedad que padecen tantas personas.

Los sucesos estresantes que vivimos a lo largo de nuestra vida pueden ser un importante factor en esta iniciación o mantenimiento del consumo. Es más, dicho consumo podría ser claramente una respuesta de la persona a los estresores vitales y diarios a los que se enfrenta durante todo su proceso vital, provocando una reducción de los efectos negativos de este estrés o incluso aumentando la capacidad de la persona para hacer frente a ellos, usando este consumo como una “amortiguación”.

Sin embargo, no saben que, esta forma de actuar, sería solo un espejismo ante el real problema, ya que se estaría dependiendo de una sustancia (que provoca muchos efectos negativos y es dañina para la salud) para afrontar otras situaciones, cosa que se podría evitar si se dispusieran de las herramientas y capacidades adecuadas para ello.

En otras palabras, si la persona en cuestión tiene las herramientas o habilidades necesarias para hacer frente a esos procesos de estrés, tendrá menos tendencia a desarrollar trastornos adictivos a sustancias que si carece de las mismas.

Asimismo, se puede considerar que la relación entre la ansiedad y el consumo es bimodal. Por un lado, si hacemos un uso continuo de una sustancia puede conducir a experimentar diversos síntomas llegando, incluso, a desarrollar problemas de salud más graves. Por el otro lado, multitud de trastornos de ansiedad pueden aparecer con un mayor consumo de estas sustancias, convirtiendo esta ansiedad tanto en causa como, en consecuencia.

Pongamos un ejemplo sencillo, el tabaco, ¿sabíais que más de 30% de la población española consume tabaco de forma diaria? Este consumo es asociado con mayores niveles de estrés y ansiedad, debido a que muchas de estas personas usan dicho hábito como consecuencia de no saber afrontar de una forma adaptativa y eficaz sus problemas del día a día, por lo que recurren a el mismo para “aliviar” la ansiedad que le causan dichos problemas.

Como sabemos, la ansiedad provoca un estado de malestar, en mayor o menor grado, acompañado de una sensación de descontrol que muchas personas no pueden afrontar por falta de ciertas herramientas para ello. Esta percepción que se tiene de malestar se representa a través de pensamientos y sentimientos negativos, alta activación fisiológica, problemas como insomnio, etc., y algunas respuestas de consumo, como es el simple hecho de fumar, beber o incluso comer, puede reducir este malestar aparentemente, haciéndonos sentir mejor en el momento, solución no adaptativa ni recomendable, ya que con ello el problema en sí no lo estamos solucionando ni estamos adquiriendo las herramientas para afrontarlos, tan solo estamos echando “tierra encima”, así como crear problemas colaterales.

Por el otro lado, todas las adiciones en sí producen ansiedad y provocan estados de estrés, por lo que aquellas personas que comienzan a tener un consumo solo por el hecho de “probar” o experimentar los efectos, después de consumir la sustancia durante un periodo de tiempo continuo la comienzan a tomar para aliviar los efectos de esta ansiedad que se genera una vez que interrumpimos su consumo.

Como sabemos, el consumo de drogas tiene varias etapas, como se ha mencionado antes, la primera etapa es la de “experimentación”, la segunda la de “consumo regular” donde se hace el uso de estas drogas para apaciguar otros problemas o sentimientos. La tercera etapa es la de “consumo problemático o arriesgado” y la última etapa la de “adicción” donde la persona no puede hacer frente a la vida diaria si no es con ese consumo, perdiendo el control sobre el mismo y afectando a más ámbitos de su vida. Asimismo, a medida que las etapas avanzan, la ansiedad lo hace de igual forma, aumentando sus síntomas y llegando a incrementar el descontrol, creando un círculo vicio del cuál la persona no es capaz de salir.

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