Ataques de ansiedad: síntomas y tratamiento

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La mujer es el colectivo al que más afectan los ataques de ansiedad y con más frecuencia. De hecho, cinco de cada diez mujeres han experimentado alguna vez ataques de pánico o ansiedad tal y como informa Nascia, centros especializados en tratamientos contra el estrés.

Aproximadamente un 4% de la población mundial sufre de ataques de ansiedad de forma continuada lo que se convierte en un serio problema para la salud física y emocional.

Según indica Pablo Muñoz, CEO de los centros Nascia, los factores para padecer una crisis de ansiedad o de pánico “son múltiples. Hay una parte de predisposición genética, un entorno socio ambiental que lo favorece y un suceso estresante o desencadenante. Lo que hay que evitar es que se repita y se instale como un patrón en el sujeto, haciendo que su vida quede condicionada

Y es que situaciones tan comunes y cotidianas que puedan generar estrés como una mudanza, un parto, una enfermedad, problemas laborales, separaciones o divorcios, entre otros, resultan en algunos casos los desencadenantes de ataques de pánico o ansiedad.

Cuando se han repetido varias crisis de ansiedad, el trastorno se instala y se producen ciertas limitaciones en la vida de la persona afectada ya que renuncia a realizar determinadas actividades por temor a padecer una crisis o si las lleva a cabo es siempre con compañía por si necesita apoyo en ese momento.

Actualmente la probabilidad de que una mujer sufra ataques de pánico o ansiedad es un 30% mayor que hace 20 años. Los motivos por los se han incrementado obedecen a distintas razones. La incorporación de forma exponencial al mercado laboral, la difícil conciliación de la vida personal y familiar con el trabajo y el estrés que provoca  la escasez de tiempo en el actual día a día, son algunas de ellas.

¿Que son los ataques de ansiedad?

Los síntomas de los ataques de ansiedad

La Directora del centro Nascia Pozuelo, Raquel San Martín, detalla una lista de síntomas que alertan de una crisis de pánico indicando que “palpitaciones, sudoración, tensión muscular, sensación de ahogo, opresión en el pecho, náuseas, miedo extremo…estos son algunos de los más comunes pero en ciertos casos incluso se dan sensaciones de vivir situaciones irreales dentro del mismo ataque de pánico”, explica.

Aunque el desencadenante puede ser un suceso traumático o un episodio tenso y de mucho nivel de estrés, en ocasiones estos síntomas pueden manifestarse en momentos de aparente tranquilidad como en un paseo, viendo la televisión o conduciendo.

Comienza con las palpitaciones y se suceden posteriormente otros síntomas como la falta de aire al respirar, mareos, una parálisis general producida por el miedo al no comprender lo que está ocurriendo y la sensación de que nos encontramos en peligro. Entre síntomas físicos y psicológicos pueden presentarse hasta diez distintos durante todo el proceso que dura el ataque de pánico o ansiedad.

Este tipo de trastornos en algunos casos llevan aparejados cambios conductuales que provocan la restricción de actividades fuera de casa, evolucionando hasta anular áreas de la vida personal, laboral, física, emocional y social de la persona por el temor a que se reproduzcan episodios similares en estos ámbitos.

El ataque de pánico, trastorno de ansiedad

El ataque de pánico es uno de los trastornos de ansiedad más frecuentes. Aproximadamente el 10% de la población ha sufrido uno a lo largo de su vida, ocurriendo sobre todo en mujeres. El ataque de pánico se suele presentar ante una situación que puede provocar miedo, nervios o inseguridad, como viajar en avión, hablar en público, etc.

El primer síntoma que se suele presentar es una sensación de ahogo y un aumento de las palpitaciones, con un pequeño dolor en el pecho. Muchos de los afectados lo confunden con un ataque al corazón, lo cual provoca un aumento de los síntomas, debido a que se une a la situación precipitante el miedo ante la posible muerte. Surgen así otros síntomas como un aumento de la sudoración, escalofríos y sensación de mareo, pudiendo llegar incluso al desmayo.

El cuerpo ante estos síntomas reacciona, normalmente, hiperventilando, es decir respiraciones rápidas y cortas, lo cual provoca una menor entrada de oxigeno en el organismo que el corazón tiene que compensar aumentando su ritmo cardiaco, creándose así un doble circulo vicioso.

Un consejo para disminuir los efectos de los ataques de pánico es sentarse con la cabeza entre las piernas e intentar respirar profundamente. La entrada de oxigeno en el organismo hará que la sensación de ahogo empiece a desaparecer y el ritmo cardiaco disminuya.

Los ataques de pánico pueden derivar en situaciones de ansiedad generalizada y ser a su vez síntoma y consecuencia de trastornos mayores, por lo que es esencial contar con el adecuado asesoramiento profesional para saber por qué se producen, cómo afrontarlos, prevenirlos y eliminarlos.

Tratamiento de los ataques de ansiedad

Como alternativa a la medicación, o combinándola con ella, existen diversas técnicas para el control del estrés y la ansiedad.

Una de ellas es el autocontrol a través de un entrenamiento dirigido de las distintas variables que entran en juego al producirse los ataques de ansiedad. Con ello se trata de estar preparado cuando comiencen los síntomas y lograr un estado de concentración para controlar las variables fisiológicas más importantes evitando así el avance del problema.

Raquel San Martín explica un poco más este método basado en Biofeedback, indicando que “si logramos que a través de una serie de entrenamientos la persona sea capaz de focalizar y concentrarse en mantener un ritmo óptimo de respiración, que controle su mente con una serie de ejercicios básicos y que logre relajar su tensión muscular, vamos a conseguir un escenario muy propicio para cortar el ataque de ansiedad antes de que entre en su fase aguda y así eliminar riesgos futuros

Y es que concentrarse en la cadencia respiratoria no permitiendo que se realice de forma torácica y sí abdominal va a repercutir en el ritmo cardíaco y en las pulsaciones, además de lograr una mayor relajación muscular. Si a ello se le suma un entrenamiento mental que permita mantener al cerebro atento al control de la tensión y respiración, es una manera más que fiable de combatirlo.

Con un entrenamiento de dos meses de duración los efectos ya son bastante notables, según informan los responsables de Nascia.

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Raquel San Martín en esRadio

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