En mi anterior publicación en el blog de Nascia, No quiero ir al colegio: estrés y motivación enumeraba la lista de las principales habilidades personales que tendremos que adquirir y dominar para lograr una vida llena de satisfacción, sin miedo y en libertad, las enumeré por orden alfabético y así las iré tratando, cada una en una publicación independiente. La primera de todas es la Asertividad.
Tanto en la escuela como en el ámbito laboral, resulta incómodo, cuando no desagradable, y a veces insoportable, que los demás impongan siempre su opinión o sus deseos, sin contar y a pesar de lo que opines tú.
Si cada vez que necesitas exponer una idea o un interés, alguien pasa por encima, sin tener en cuenta lo que piensas, incluso menospreciándolo, puedes responder de distintas maneras:
Tomando una actitud pasiva, mirar para otro lado, aceptar sin más su opinión y no molestarte en hacer saber la tuya, pero a la vez, molestarte y sufrir porque no te tengan en cuenta.
Actuando de manera agresiva, peleando enardecidamente y hasta la extenuación, pasando por encima del otro, sin tener tampoco en cuenta lo que piensa, buscando menospreciarlo y haciéndole saber que su punto de vista es equivocado y por tanto no válido y si sufre por ello, mejor… aunque tal vez, termines cediendo a sus intereses.
Si estas situaciones, en las que cada discrepancia te obliga a tener que dejarte avasallar o a tener que pelear y humillar al otro, para hacer valer tu opinión, se te presentan cada día y en ocasiones varias veces por jornada, cada vez que preveas que se avecina un momento de estos, comenzarás a hiperventilar, tal vez a tener sudores, seguro que se te acelerará el corazón y tendrás grandes dificultades de concentración en cualquier otra cosa que no sea vivir con antelación la incomodidad, la tristeza, el miedo y el estrés, que te va a ocasionar ese evento, e intentarás evitar ese malestar por todos los medios, esquivando a las personas con las que surgen estas situaciones y en el caso de que esto no sea posible, ausentándote de los lugares en los que se encuentren presentes (aula, puesto de trabajo, reunión social…)
Sin embargo, la alternativa a las anteriores posibilidades es mucho más satisfactoria, aunque se suele olvidar porque necesita de intenso entrenamiento. Como cualquier ejercicio en el que sea imprescindible el equilibro, vas a necesitar dedicarle tiempo y esfuerzo a la práctica.
Responder en defensa de los propios derechos, ofreciendo una expresión de las opiniones y de los deseos personales sin agresividad, sin ofensa, de manera activa y con respeto de los demás y por supuesto de uno mismo, se le llama asertividad, por supuesto es la tercera y mejor alternativa de respuesta.
Para aprender a ser una persona asertiva y poder manifestar y defender ante otros tu postura, el primer ejercicio que debemos realizar es el del autoconocimiento:
- Qué me gusta
- Qué no me gusta
- Qué tolero
- Qué es intolerable
- Qué es indiferente
Prepara distintas listas con las situaciones, respuestas de las personas de tu entono y conversaciones vividas y escríbelas bajo cada epígrafe, de esta manera resultará más sencillo reconocer tus emociones ante cada una de ellas y poder así, explicarlas a los demás.
Ten en cuenta que cada persona tiene sus “listas” y que lo que para uno está en la lista de lo que le “gusta” para otro puede estar en la lista de lo “intolerable”. A partir de la identificación de su significado para ti, podrás comunicar a los demás y facilitarás que los demás también puedan expresar su parecer para llegar al mejor acuerdo de convivencia. Y, sobre todo, no des por supuesto que los demás conocen el contenido de tus listas.
Es fácil pensar que los demás deben saber qué te gusta, qué no te gusta, qué te apetece o qué no te apetece según cada momento, pero si tú no lo explicas, y te aseguras de que lo comprenden, difícilmente lo podrán saber.
Explica lo que quieres, lo que piensas o lo que sientes, desde tu propia perspectiva, desde tu deseo, tu pensamiento, tu sentimiento. Comunícate hablando de lo tuyo. Lo que a ti te gusta, lo que a ti te molesta. No puedes impedir lo que los otros hagan o lo que los otros digan, pero sí puedes explicarles cómo te afecta y puedes aprender a gestionar tus emociones frente a ello.
Y por supuesto, tras el conocimiento y análisis y previo de tus gustos y preferencias, atrévete a decir “no”, no lo quiero, no me gusta, no lo haré. Si explicas ese “no” desde tus razones, tus sentimientos, con serenidad, y controlando la emoción, dejará de tener una perspectiva negativa, porque estarás alejando lo que te hace mal y va contra tus intereses, y por tanto cualquiera que sea la consecuencia de ese “no” tendrá efectos positivos.
La tranquilidad, relajación, satisfacción y sobre todo la libertad que se siente cuando somos asertivos, mantendrán el estrés a raya. Ensaya, entrena y si necesitas ayuda, pídela, nosotros estamos para dártela.
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