La alergia alimentaria aumenta año tras año. Afecta al 7% de los niños menores de 4 años y al 4% de los niños mayores de 10 años. En España, los alimentos que con más frecuencia producen alergia en la edad infantil son el huevo y la leche, seguidos por los frutos secos, las frutas, los pescados y las legumbres.
Las alergias a alimentos, como por ejemplo la leche y el huevo, en muchas ocasiones son transitorias tras realizar una adecuada dieta de exclusión de estos alimentos. No ocurre lo mismo para otros grupos alimentarios, por ejemplo el de los frutos secos. En estos casos, la alergia tiende a mantenerse con frecuencia en la edad adulta. Hoy en día, cuando un niño no consigue alcanzar la tolerancia espontánea a un alimento se emplea la llamada desensibilización. Este tratamiento consiste en la administración de dosis progresivamente crecientes del alimento al que el niño es alérgico hasta que se consigue que su organismo se acostumbre a él. Los resultados de esta técnica son buenos aunque requiere de un seguimiento exhaustivo y prolongado.
La alergia alimentaria de los hijos es causa de estrés en los padres por muchas y diversas razones, entre las cuales podríamos resumir las siguientes:
- La primera, lógicamente, por el miedo que se tiene a que el niño pueda sufrir una reacción grave que pueda comprometer su vida. Simplemente este hecho, disminuye muchísimo la calidad de vida de los padres de niños alérgicos a alimentos, pues aunque en muchos casos no se llegan a producir reacciones o estás son leves, muchos padres viven con la constante angustia de que su hijo pueda sufrir una reacción anafiláctica.
- Tener que evitar un alimento, un grupo alimentario o incluso varios grupos alimentarios muchas veces conlleva un cambio en los hábitos alimentarios y de higiene de toda la familia.
- En muchas ocasiones, la alergia alimentaria lleva asociada otro tipo de enfermedades relacionadas como son: la dermatitis atópica, la rinitis y el asma bronquial por alergia a alérgenos ambientales (pólenes, ácaros del polvo, epitelios de animales, etc)
- También genera mucha preocupación en los padres el estado nutricional de los hijos, sobre todo, en el caso de que tengan que evitar varios grupos alimentarios (por ejemplo: leche, huevo, legumbres y/o pescados) En estos casos, resulta de gran utilidad pedir consejo a un nutricionista.
- El uso de la medicación de rescate y en especial el uso de la adrenalina por vía intramuscular, que es el tratamiento de elección en caso de reacción anafiláctica, también puede generar desasosiego. Es curioso ver como para algunos padres genera una gran tranquilidad llevar un medicamento que puede ayudar a su hijo en caso de reacción pero en cambio para otros el hecho de tener que utilizar este medicamento supone una causa de estrés.
- La necesidad de mirar el etiquetado de todos aquellos alimentos que vaya a ingerir el niño, para evitar que puedan contener el alimento cuya ingesta debe evitar. Esto dificulta y enlentece la compra diaria. Además en algunos casos ciertos alimentos con etiqueta de “sin alérgeno” son más caros, con lo que se encarece la cesta de la compra.
- La necesidad de tener que dejar a su hijo en el colegio a comer. Por suerte y aunque poco a poco, cada vez hay más conciencia en los comedores escolares de lo que es la alergia alimentaria y las consecuencias de la ingesta accidental de los alimentos a los que los niños son alérgicos.
- Las comidas fuera de casa se pueden convertir en complicadas pues allí no existe un control real de lo que el niño ingiere. En algunos casos, los padres deciden llevar ya la comida preparada desde casa para evitar incidentes.
- Los cumpleaños de los niños son causa de estrés en los padres, por una parte por la posibilidad de una reacción por la ingesta inadvertida del alimento y también por la incomodidad que genera el estar explicando que su hijo es alérgico, que tengan cuidado, etc, etc…. En realidad, hay veces que la alergia alimentaria no se comprende muy bien por otras personas que desconocen lo que es, incluso entre familiares cercanos al niño. Esto genera intranquilidad, incomprensión y desasosiego en los padres.
- También es frecuente observar como los padres muestran su preocupación a que su hijo se pueda hacer alérgico a otro u otros alimentos.
Estas son algunas de las razones (aunque no todas) que hacen más complicada la vida de los padres de niños con alergia alimentaria, que siempre intentan evitar al máximo cualquier circunstancia que pueda facilitar que sus hijos padezcan una reacción. A veces, se dan variables difíciles de controlar. Si a esto le sumamos otras variables de la sociedad actual como el ritmo de vida acelerado que llevamos, el alto nivel de competitividad, la autoexigencia continua…podemos entender que los padres con niños alérgicos a alimentos sufran mayores niveles de estrés.
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